
Mercedes | Corrientes
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Una no ciudad llamada Mercedes
Son más de 700km los que separan el bullicio urbano de Buenos Aires con la ciudad correntina de Mercedes, un punto que, en principio, fue pensando como una posta en mi viaje sanmartiniano que tanto había planeado bajo mapas y latitudes inconexas. Y aunque nada tenga que ver con José de San Martín – en principio -, cuando uno viaja por el octavo país más extenso del mundo es fundamental poder trazar algún que otro punto de descanso luego de tanta distancia recorrida.
Sin ir más lejos, esta pequeña ciudad de frondosos paisajes y coloridas postales es utilizada como paraje en la ruta turística de los Esteros del Iberá, un área protegida cubierta de lagunas y pantanos reconocida mundialmente por el turismo y por la comunidad científica. Es por su cercana localía que Mercedes gana algunos porotos en este juego, no obstante, su encanto particular no solo se debe rendirse al abuso que sufre como motel de tránsito.
Para empezar, hablo de una no ciudad porque su identidad es un misterio. Al día de hoy no hay registros ni documentos que avalen una fecha exacta de su fundación y, en su búsqueda natal, el pueblo ha decidido definir el 5 de Julio de 1832 como tal. La fecha le hace honor a José María Gómez, el mentor que donó las tierras para que un pueblo pudiese ser desarrollado.

En las vías de acero ahora corren bicicletas
En segundo lugar, otra de las características que la convierten en una no ciudad es la pasividad con la que convive. El único momento en el que observé cierta muchedumbre fue en aquel Domingo de Ramos, época en que todo el pueblo hace una peregrinación hacia la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes conmemorando la entrada del profeta a Jerusalem. Sin embargo, “muchedumbre” es solo una exageración literaria de mi parte, de modo que no se compara ni a una milésima diaria de lo que transita en las grandes urbes de otras partes del país.
No obstante, la ciudad tuvo su momento de apogeo cuando el ferrocarril, gran impulsor de vida en la ruralidad argentina, hacia su parada en la ciudad. “El Correntino” funcionó hasta el 10 de Marzo de 1993, fecha en que la República Argentina perdería el funcionamiento de la totalidad de sus trenes de larga distancia e interurbanos. “El Ferrocidio” hizo eco en cada pueblo y ciudad del interior, de modo que Argentina era, para ese entonces, uno de los países con mayor tendido ferroviario.
30 años después, el país jamás pudo recuperarse de aquella significante pérdida y al día de hoy hay decenas de estaciones durmiendo al aire libre en cada rincón de la república. Y Mercedes es una de ellas, en donde la húmeda vegetación de su región ha embadurnado las vías de un verdoso resplandecer en el que las ruedas de acero se han intercambiado por el caucho de los niños locales que se divierten en un extenso parque de diversiones que antes supo ser la bienvenida y el adiós de muchas familias.

Vientos amarillos bajo la sombra del Lapacho
A pesar de que la pérdida del ferrocarril ha hecho migrar a muchas familias hacia las ciudades principales, otros habitantes de la zona han podido sobrevivir al éxodo. En este sentido, el Lapacho Amarillo, un árbol nativo de la región, se ha arraigado tanto en el día a día mercedino que hoy es parte de la identidad local.
Raíces jovenes como antiguas pueblan cada rincón de la ciudad con su distintivo florecimiento amarillo que embadurna las calles y plazas con una belleza estacionaria. Sin embargo, el mítico árbol no solo se resguarda en la urbe, sino que también se esconde en el arte local, entremezclado en poesías y artesanías, como así también en los nombres de pequeños emprendedores que deciden bautizar su negocio con quién les ofreció sombra en su niñez.

Antonio Gil: la historia atrás del famoso gauchito
Más allá del culto católico, la ciudad de Mercedes tiene una clara afinidad con un “Santo Popular”; un título con el que la Iglesia se despega de cualquier relación con Antonio Gil, el hombre vinculado detrás de esta devoción. Sin demasiada información que lo sustente, se dice que el renombrado “gauchito” nació en esta tierra en épocas en que Unitarios y Federales combatían ferozmente para ver quién llevaba el futuro incierto de la Argentina de aquel entonces.
Negado a participar en dicha matanza y en contra de derramar sangre hermana, fue apresado y condenado a muerte. No obstante, un oficial pidió clemencia y, supuestamente, una orden con su perdón estuvo pronto a arribar antes de su asesinato, en manos de un verdugo que lo colgó boca abajo de un árbol y lo degolló sin piedad. Aquel soldado encargado de acabar con su vida fue presa de un maleficio que Gil le propagó, provocando una grave enfermedad a su hijo del cual solo podría curarse con la sangre inocente que el mismo habría derramado. Todo esto parece ser que terminó ocurriendo y el verdugo enterró debidamente al gauchito, provocando que todo aquel que haya presenciado el milagro creyera en su poder y, desde entonces, un santuario yace en el lugar de su muerte.
Como verán, toda la información está embellecida sin datos concretos, sin embargo, el Gauchito Gil se ha convertido en un culto muy respetado no solo en Corrientes, sino en muchas otras parte de la Argentina. No obstante, recorriendo los alrededores de la ciudad se hace evidente la enamorada fé con la que los mercedinos festejan a su querido santo.

Hospedajes económicos en Mercedes
Ya cerrando el capítulo histórico de la ciudad, y habiéndola recorrido por varios días, me queda por recomendar algún hospedaje mochilero en el que uno puede pasar la noche (o días si es que se desea recorrerla como en mi caso).
Lamentablemente, debido a su contrato implícito con el Iberá, puede que uno encuentre desbordado los precios de los pocos lugares de hospedaje que hay disponibles. Aunque su mayoría son hoteles, después de rastrillar el mapa con esperanza pude dar con un hostel – el único sobreviviente post Covid – en el que se me despertó alguna memoria de mis primeros años como mochilero.
Llevado a riendas por sus propios dueños, Beatriz y Carlos, el Hostel Gitanes sobrevive gracias al sacrificio de ellos dos que han dejado hasta sus propios sueños por el establecimiento. Además, si te gustó la historia del Gauchito Gil, creeme que acá encontraras a dos fieles seguidores que se inspiraron en él para fundar su propio santuario de viajeros fugaces.

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