Hombre mirando al horizonte

Viajar solo: del sueño a la ruta


Es innegable que empezar a interiorizar frecuentemente nuestros deseos es un punto de partida a la concreción de los mismos. Puede que al principio no lo veamos así, de modo que los espectros del miedo inherentes a aquella acción desconocida comienzan a tratar de devorarnos las ganas con la que impulsamos este primer acercamiento.

Sin embargo, si logramos mantener nuestra postura y evitamos que estos temores nos terminen de encajonar la idea habremos hecho un paso, si no el más importante, para la concreción de nuestro camino elegido. Y esto sucede en cualquier aspecto de la vida, por lo que los viajes “solitarios”, un hecho cada vez más instagrameado, conviven en el mismo proceso que cualquier otro tipo de decisión.

Hablo de “solitarios” por el solo hecho de que, contrariamente, uno termina descubriendo que largarse a la ruta en soledad suele aumentar nuestra interacción social. Siempre hablando desde el inconsciente, no de formas o estilos de viaje predilectos. Uno, al no estar con su propia manada, tiende a integrarse socialmente de manera natural.

En este sentido, este post está mayormente dirigido a quienes están tratando de doblegar aquel paso inicial y tratará, mediante mis propios testimonios a corazón abierto, de cantar algunos mantras que te ayuden a tomar impulso.

La iniciación: mi primer viaje solo


Mi primer viaje solo lo hice en el 2017. Como casi cualquier humano viajero, hasta ese momento había hecho viajes junto algún amigo que se calzaba la mochila y se sumaba a una expedición que, en la mayoría de las veces, había diseñado por mi cuenta. Grandes experiencias que marcarían el sendero de mi vida y que, principalmente, me enseñarían a tomar decisiones en conjunto.

Sin embargo, llegó un momento en el que quise izar la bandera de mi independencia rutera inspirado, mayormente, por algunas crónicas de viajeros antiguos que me motivaron a realizar mi propia hazaña. Por supuesto, los miedos comenzaron a aflorar como las lluvias primaverales y tuve que buscar la manera de firmar un pacto de convivencia que me llevara a buen puerto. Así fue como encaré un viaje hacia Misiones con la convicción de comenzar a forjar mis senderos y supe que, abrazado por mi propia tierra, iba a tener una ventaja local en este bautismo.

De a poco fui ganando confianza e, indudablemente, caí enamorado de la experiencia. Esto no quiere decir que sea mejor ni peor que viajar acompañado, sin embargo, sí creo que es la única manera de conocer lo que más nos motiva, en definitiva, somos los dueños del timón, por lo que, irremediablemente, aprenderemos a manejar a nuestro propio ritmo. Y, sobre todo, hacia nuestro propio horizonte.

Así fue como fui creciendo como viajero. Sin duda, aquel 2017 fue un hito en mi libro de vida, puesto que no tardaría en volver a embriagarme con los efectos de la soledad y, ya con muchos miedos de mi lado, de a poco fui puliendo la identidad viajera que me representa.

Hoy, tras 6 años de aquella iniciación, tengo naturalizadas ciertas acciones con las que muchos se atemorizan al escucharlas. En cierto modo los entiendo, es normal escudarse frente a los desconocido. El Ignacio de aquel entonces estuvo parado en ese mismo casillero. En este sentido, déjenme decirles que, cuando uno logra abrir estas puertas inciertas, hay algo dentro nuestro que también pareciera desbloquearse…

La búsqueda: nuestra identidad viajera


Como dije anteriormente, si hay algo en lo que colabora el hecho de viajar solo es darnos la oportunidad de conocernos por dentro y por fuera. Por dentro porque estamos continuamente tratando de equilibrar todo lo que nos produce exponernos a lo desconocido, por lo que es común empezar a medir que es lo que nos inquieta más y qué menos. En cambio, cuando hablamos del afuera, esto lo veo como un decantación del proceso interior, en el que nuestros comportamientos comienzan a buscar acercarse a aquello que fuimos descubriendo y que, en definitiva, intentarán ir por el camino que más nos atrae.

Sin embargo, no es algo que sucede de la noche a la mañana. Es un proceso extremadamente dinámico, diría que de toda la vida. Por este motivo es que, al día de hoy, tras haber recorrido tres continentes y varias regiones del mundo, me siento frente al pasado y no dejó de sorprenderme de lo que cada viaje me ha dejado. Algunos más que otros por su inherente naturaleza claro está, no obstante, el Ignacio del presente es el resultado de cada pequeña acción combinada en el trascurso de estos.

La enseñanza: 3 consejos para viajar solo


Ahora bien, sí yo tuviese que hablarle al Ignacio del 2017 con el fin de acercarle alguna recomendación que lo ayude a afrontar con mayor facilidad su primera experiencia como viajero solitario, le diría, en principio, que si realmente siente aquel fuego interno que se aviva cada noche al imaginarse viajando por algún lugar del mundo, jamás deje de arrojarle madera.

Asimismo, cuando la fogata ya se encuentre prendida de tal manera que está lista para contar una nueva historia, los siguientes consejos pueden ser recitados como mantras para el buen camino:

  • Comenzar por un territorio/región en el cual te sientas cómodo: es común sentirse impulsado de comerse el mundo. ¿Quién no tuvo esa energía descontrolada alguna vez? Diagramar una primera experiencia por algún lugar en el que hablen tu mismo idioma, por ejemplo, puede servir para despegar en este tipo de viajes.

  • Qué no tenga una duración infinita: “dejo todo y me voy a recorrer el mundo” es una frase que proviene más del escape que del viaje en sí. En este sentido, si no tenemos demasiada experiencia en ruta, es probable que nos encontremos más vulnerables al esfuerzo que significa viajar (aunque pocos te lo digan, viajar agota física y mentalmente). Por este motivo, idear un primer viaje solo que tenga un principio y un fin un poco más definido ayudará a transitar de mejor manera sus implicancias, ayudándonos a progresar en los viajes venideros.

  • Llevar una libreta de viajes: aunque es verdad que solemos estar más en contacto con el entorno cercano, también es real que habrá mucho tiempo en el que estaremos solos con nuestra mente. En este sentido, escribir sobre nuestras reflexiones, miedos, logros, o, simplemente, lo que nos marque el momento, es una descarga positiva para nuestros pensamientos.

Aunque estos consejos son meramente personales, creo que puede ser un buen triángulo de iniciación para quién lo necesite. En definitiva, cada uno tendrá la tarea de auto-descubrirse para luego avanzar en el camino elegido porque si hay algo que me demostró la ruta es que está llena de historias viajeras escribiéndose.


Otras guías que pueden serte útiles



Anímate a dejar tu comentario, los senderos se nutren compartiendo!