Viajar y ser voluntario

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Voluntariado en viaje | ¿Es conveniente?

El viaje y los hilos del destino


Si hay algo que nos pasa a quienes viajamos hace muchos años es que, entre tantas mutaciones sociales aceleradas, observamos como ciertas “modas” empiezan a intentar captar la atención de los viajeros por nacer.

El sueño de rutas infinitas y la idealización del viaje como una experiencia de felicidad constante es una bomba estimulante común entre los intercambios digitales de esta era. Y aunque el crecimiento interior viene dado con los tropiezos que debemos afrontar en nuestro camino, hay ciertas preguntas que nos podemos hacer para no caer en las garras de los cazadores de tu destino oportunistas.

Convengamos que los voluntariados existen desde la Edad Media, sin embargo, como toda actividad humana, fueron transformándose junto al desarrollo de las sociedades. logrando desde fines del siglo pasado cierta formalidad jurídica.

En este sentido, con la apertura del mundo en las últimas décadas y el auge de las herramientas digitales que navegan bajo la bandera de la libertad ciberespacial, la relación entre los viajes y el voluntariado se ha ido afianzando tanto que ya existen plataformas destinadas a lucrar con este acto de origen humanitario.

Voluntariado en viaje: un intercambio… ¿equivalente?


Como todo aprendiz de mochilero, arranqué mis primeros viajes dependiendo en grande medida de uno de los hospedajes revolucionarios de los últimos tiempos: el hostel. Creo que la mayoría que lee este blog está familiarizado con estos lugares, pero para aquellos que aún desconocen de sus virtudes, se los suele definir como espacios comunitarios en donde se comparte prácticamente todo, desde el cuarto de dormir, hasta los baños y la cocina.

Asimismo, con el éxito que fueron cosechando, empezaron a aparecer opciones que intentaron abarcar otras peticiones de viajeros más rigurosos, como baños o cuartos privados. Sin embargo, más allá de todas estas variaciones, fue en estos lugares en donde crucé palabras con los primeros voluntarios viajantes.

Desde recepcionistas con varios idiomas en su haber hasta cocineros errantes, muchos de los hostels por donde anduve eran atendidos por voluntarios que negociaban prestar sus servicios a cambio de una habitación para pasar la noche (y en algunos casos también por comida), un contrato de palabra que les serviría para asentarse un tiempo en una ciudad o pueblo determinado.

En esta primera etapa de mi vida vagabunda, las formas de contacto eran más físicos que virtuales, por lo que muchas veces me la pasaba caminando hasta dar con uno o, si alguno estaba un poco modernizado, podría llegar a tener un e-mail de contacto.

Lejos han quedado aquellos tiempos cuando hoy, al navegar por las redes sociales, observo ofertas “imperdibles” de voluntariados y hasta aplicaciones móviles destinadas a encontrarte esa experiencia soñada y paradisíaca…

Mi experiencia como voluntario


Tardé 8 años hasta, finalmente, concretar un voluntariado en una de mis rutas de viaje. Una demora que se dio más por mi estilo de viaje que por otra circunstancia. En este sentido, como suelo encarar mis exploraciones con un camino más o menos mapeado, los voluntariados nunca estuvieron muy alineados a mi esencia porque conllevan compromisos de quietud.

Sin embargo, en el año 2022 encontré una manera de combinar el alma mater de su origen (ayudar a otros seres vivientes) con el movimiento constante de mi curiosidad viajera. En esa búsqueda de rutas alternativas, logré a través de Ámba, una organización destinada a repoblar los montes nativos de las sierras uruguayas, recorrer cada uno de los rincones de la región norte de Rocha, aprendiendo junto a comunidades locales y la biodiversidad latente como es convivir en plena naturaleza salvaje.

Este intercambio lo hallé a la vieja usanza: tocando la “puerta” y preguntando. Nada de algoritmos, suscripciones anuales, ni reviews pagadas, por lo que salir del esquema conocido también nos puede extender el abanico de oportunidades de nuestros sueños de ruta.

No obstante, debo confesar que la experiencia fue extremadamente gratificante gracias a las personas con quienes compartí ese mes de vida. Porque, en definitiva, serán ellos los que hagan de ese momento un aporte significativo para el viaje.

Una herramienta y no una dependencia


Si sos un viajero que estás dando tus primeros pasos por el mundo o un veterano de mochilas emparchadas que aún no ha tenido un voluntariado en su haber, podes preguntarte las siguientes preguntas antes de encarar este tipo de experiencias: ¿Qué me aporta a mi vida como viajero? ¿Dependo de esto o puedo moverme con cierta libertad?

Entiendo que muchos lo utilizan para poder sustentarse parte del viaje, no obstante, el eslogan de “viajar gratis como voluntario” habría que repensarlo antes de caer en la trampa del marketing publicitario, porque estarás pagando con la moneda más fuerte del mundo: tu tiempo de vida.

¿Y vos, tuviste alguna experiencia de voluntariado?

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2 comentarios en “Viajar y ser voluntario

  1. Hola amigo, en mi humilde opinión, lo más gratificante debe ser el compartir y conocer personas que enriquezcan nuestro interior.

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